¿Y tú pensabas que el cambio de la nevera tan solo supondría tener que limpiar alguna que otra tonelada de polvo? ¿Por qué dices eso? Es complejo, pero a la vez muy sencillo.
Por suerte, la renovación de electrodomésticos no es una compra cotidiana a nivel doméstico. Una vez extraídos todos los alimentos, justo al mover el frigorífico con objeto de limpiar el espacio que ocupa, te percatas de algo novedoso. Crees, o más bien parece, que ya se encuentra totalmente vacío pero de momento sigue conteniendo algo concreto. Y no son unos bienes de cualquier clase. A pesar de que siempre han vivido en la nevera, no forman parte de la comida. Pero sí de tu vida. Aunque a distinto nivel, también contienen alimentación. Solo que esos víveres se mueven en el ámbito emocional.
Se trata de tus imanes.
Una gran mayoría de ellos se debe en buena parte a los viajes que has hecho en los últimos años. Grandes ciudades modernas o pequeños pueblos pintorescos. Preciosos paisajes o imágenes de lo más casposo. Tanto da.
El caso es que, en medio del cuidadoso proceso que acometes después de decidir despegarlos de la puerta, se te empiezan a presentar pequeños retazos de cada lugar a modo de rápido recordatorio. Unos son buenos y otros malos. Unos excelentes y otros pésimos. Pero lo que más te llama la atención es el hecho de que vivan algunos de ellos en tu cocina, en particular los malos, cuando en realidad sus experiencias vacacionales no te parecieron recomendables o directamente porque guardas malos recuerdos por alguna que otra cuestión.
Siguiendo con esta tónica comienzas a plantearte preguntas extrañas, poco menos que estrafalarias.
Además de los lugares turísticos, tienes otros imanes que anuncian, exponen, recuerdan o recomiendan consejos, advertencias, sugerencias u otras controversias. Éstos, ya sean mejores o peores, te gustan más. Mucho más. Ya tengan sentido positivo o negativo, se asemejan bastante más a la vida real que a la más bonita de las playas o al alojamiento más fastuoso disfrutado durante años. Simplemente no hay comparación entre los imanes de un tipo y los del otro, con independencia de que formen parte de cuestiones un tanto frívolas o de situaciones poco menos que determinantes.
Como fase siguiente, dentro de la extravagante visión que se ha apoderado de ti, comienzas a hacerte algunas preguntas correspondientes. ¿Pondrías, si lo hubiera, un imán con un coche en pleno examen de conducir mientras comete alguna torpeza proverbial? ¿O tal vez colocarías una imagen de un plató de televisión al terminar la grabación, con algo de pena y apenas sin gloria?
Aunque dicho esto, también parece claro que otro imán debería tener un aire al bebé recién nacido, en brazos de su madre. Tal vez otro pudiera portar la foto de una cabeza, mientras sostiene la deseada orla. O incluso una con relación detallada del excelso menú elegido para un evento especial, diferente a los de un día cualquiera.
Puede que unos te alegren y otros te entristezcan. Incluso algunos podrían sonrojarte de vergüenza y otros hacerte llorar debido a la más sincera emoción. Pero en todo caso pasarías a tener otro tipo de imagen, como si fuera un antídoto contra la marcada tendencia que tienes encaminada a mostrar o hacer ver tan solo aquello que aparentemente te salió a pedir de boca.
P.D.: Esto no es meramente algo personal. Hay cosas que tienen que ver conmigo y otras que apenas se parecen a mí. Tan solo se trata de un intento de realizar un ejercicio interesante, emocionante, excepcional a mi juicio. Concretamente hablo de utilizar la segunda persona de singular a la hora de narrar. Pero tranquilos, no os emocionéis conmigo. No soy tan original. No me queda más remedio que confesar que esta rareza que practico ocasionalmente no ha salido de mi cabecita. La he heredado de Paul Auster. Además de sus maravillosas novelas (El libro de las ilusiones, Brooklyn Follies y otras tantas) hace poco leí Diario de invierno, magnífico libro autobiográfico de este extraordinario novelista neoyorquino donde practica de forma ejemplar el uso de ese estilo.
Construir una fantántica historia como esta en base a un cambio de nevera y por añadidura de los imanes que la pueblan, se me antoja simplemente genial!!
Y es que ademas me resuena tanto lo que cuentas que me ha emocionado.
Yo tengo unos cuantos y mi favorita es una flamenca, como la flamenca de whatsap que me regaló una amiga y que tiene un tremendo significado para las dos. Cambiaré de nevera mil veces pero mi flamenca me acompañará donde vaya.
Me pienso quedar por aqui mucho rato.
Besos como imanes!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Un millón de gracias Ana, de verdad! Siempre me ha dado la impresión de que, tanto en el cine y la lectura en particular como en nuestras vidas en general, las historias más llanas suelen tener de fondo significados y connotaciones muy relevantes.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Eso mismo pienso yo, y lo que parece una escena cotidiana sin importancia para quien no sepa leer entre líneas, puede tener un trasfondo sentimental y profundo que hay que saber apreciar. Me ha encantado!!
Me gustaLe gusta a 1 persona